Irune Costumero y su batalla contra el SAP a juicio.
Los días 7, 8 y 9 de junio de 2021, la calle Barroeta Aldamar debería ser un clamor en la concentración convocada a primera hora de la mañana en apoyo a Irune Costumero y su hija.
Se celebra juicio contra la Diputación de Bizkaia, estando imputado Sergio Murillo, hoy en día diputado de Acción Social del Gobierno Vasco, a la jefa de Recepción y Valoración de la Infancia María Antonia Giner, a la jefa del servicio de infancia consuelo alonso y a la trabajadora social Maika Urrutxurtu.
Se les imputan los delitos de maltrato, prevaricación y lesiones psíquicas a Costumero y su hija.
En este cruel caso, la violencia institucional que está sufriendo la niña de 9 años, es terrorífica, lleva en esa rueda del sistema desde los 3 años. Así lo contaba en la entrevista realizada por las compas de Sorginkeria Irratia:
https://go.ivoox.com/rf/70966652
Vamos a poner el foco en Balora. La herramienta de instrumentalización y que maltrata a los niños y niñas que son arrancados de los brazos de sus madres.
https://www.euskadi.eus/valoracion-situaciones-riesgo/web01-a2gizar/es/
Esta herramienta se utiliza de forma sesgada siempre contra madres y no hay datos fehacientes de los casos. Lo que sacamos en claro de las declaraciones de Irune es que esto es un servicio que se ha privatizado desde su inicio y cada uno de los expedientes genera dinero a la empresa que lo gestiona.
En alguna parte de los manuales dice que una familia debe pasar un tiempo máximo acudiendo a los puntos de encuentros familiares, un máximo de 18 meses. El caso de Irune lleva cinco años en esa rueda.
Pero ella no es la única y hay decenas y decenas de casos similares que no pueden salir de este infierno al haberles aplicado el falso síndrome de la madre maliciosa, ahora camuflado bajo el nombre de instrumentalización.
Maltrato patriarcal en las instituciones por un puñado de dinero. Empresarios y políticos sin escrúpulos que nos destrozan en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Este juicio debería sembrar un antes y un después. Las instituciones vascas deberían de comprometerse realmente para evitar todo este tipo de violencia patriarcal arraigada en juzgados y servicios sociales.
Todas somos Irune.
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